El ocaso


Le cuesta dejarlo ir...
Su corazón duele amor
aunque la razón lo niegue,
recuerda no querer recordar
cómo fue aquel primer encuentro
bajo la bendición de la Puna.
A la distancia, a veces las cosas
se tornan paradójicamente incomprensibles,
al igual que en lo cercano.
Filosofa desmesuradamente
buscando una razón de ese fuego inapagable.
Y sabe penosamente
que no puede evitar el ocaso.
A la hora que se oculte el sol,
sus miradas se perderán para siempre
sin siquiera poder despedirse
con una última mirada...



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